MAYORDOMO EN COMPLICIDAD DE LA CAJA VENGADORA SOMETE A TORTURA A NIÑO RICO QUE "NO SE LO MERECE"

Hace un tiempo estaba mirando en youtube las propagandas de Walter, interpretadas por mi muy admirado Daniel Hendler. En eso que las veía me encuentro con un personaje muy popular al que todos amábamos y de un momento a otro desapareció y junto su repentina desaparición vino el olvido. No! no es el chabón de STUKUTUKUPAH! Él nunca podrá ser olvidado . En fin... señoras y señores, estamos hablando de la caja vengadora.
Rememorando a este personaje tan carismático que gano un lugarcito en los corazones de todos los argentinos, se me ocurrio iniciar una investigación del mismo. Llamé al cero ochocientos cindor y hablé durante un rato con una chica que cuando saqué el tema de la caja vengadora, me empezó a leer la informacion nutricional de la chocolatada con una voz mecla de desesperacion y nerviosismo. Una vez terminado de leerme todo lo que puede contener un envase de cindor, se dispone a responder mi cuestión. Me dice que la información que estoy pidiendo es muy confidancial y que por eso primero tiene que pedir permiso al nivel directivo de la empresa antes de hablar de ese tema conmigo y que si esperaba una respuesta rápida no la iba a obtener, la única alternativa era esperar un momentito, hasta que hablase con un jefe.
Después de esperar los ocho momentitos (de diecinueve minutos cada uno) más largos de mi vida, al rayo del sol, en un teléfono público (que actualmente fue robado), pude al fin comunicarme con uno de los superiores de la sucursal. De todos modos, mucho no aportó a mi investigación. El tipo me dijo "dejá de hinchar las bolas nena" y cortó muy cordialmente je. Menos mal que los cero ochocientos son gratis, si no se le armaba la podrida.
Sin bajar los brazos, continué con mi investigación. Tenía el presentimiento de que algo turbio estaba siendo sospechosamente ocultado. Era un caso para Enrique Esdrech, o para alguien con categoría y abundante ahínco como yo.
Posterior a una ardua y tediosa búsqueda en google, llegué a lo que estaba buscando. Respuestas a mis interrogantes y a su vez más preguntas (pero sin respuesta). En la página de investigaciones periodísticas sensuradas realizadas por Mich en asociación a Beatriz Salomón encontré una nota no publicada redactada para la revista NOTICIAS acerca de una acusación por la que fue condenada a cadena perpetua la caja vengadora.
Al parecer, un día la caja vengadora, tomando muy en serio su nombre, junto con el mayordomo del jugo tang, fue en busca de venganza a la mansión del joven ricachón que quería más.
Según investigaciones individuales y de distintas fuentes sobre los tres sujetos involucrados en esta desgarradora historia criminal, pude deducir una reconstrucción de los hechos. Al parecer, el mayordomo junto con la caja vengadora, secuestraron al niño rico con finalidad de someterlo a diferentes torturas. Lo hicieron cursar una semana en una escuelita rural, trabajar veinte minutos en una mina y atender una verdulería en un puesto de feria de barrio; todo a punta de pistola. Por último, lo tuvieron quince días a base de jugo refresco rinde dos, obligándolo a tomar un litro cada hora y media hasta que empezó a negarse poniendo resistencia y las últimas provisiones de jugo se las hicieron ingerir por medio de una transfusión.
En el afán de ser reconocidos públicamente por su legendaria vendetta, mataron al muchacho adinerado, caprichoso, engreído y bastante gil. Cortaron el cadáver en pedacitos e hicieron con los restos de carne empanadas de copetín que vendieron en constitucion un martes al mediodía. Luego se dieron cuenta que una mina (Emilia Basil) ya había tenido esa idea y la había llevado a cabo antes que ellos (en 1960 masomenos); lo que los llevó a la frustración.
Deprimidos por el remate carente de originalidad para su crimen casi perfecto, ambos habrían intentado cortarse las venas con galletitas de agua y habrían fracasado también en eso. Luego de su intento de suicidio fallido, fueron hallados por la policía y un mes después juzgados y sentenciados.
Tang y Cíndor pagaron millones de dólares a los medios de comunicación para mantener esta historia en secreto y evitar un escándalo. Igualmente, como a mí no me pagaron nada, me siento obligada a contarles la verdad de la milanga.